No nos une el amor sino el espanto
Hace aproximadamente un año, llovía en Cartagena y el agua, incontenible, desbordaba las cuencas y se tomaba las calles, las casas, los árboles, los autos… amenazaban sus raudales también con llevarse a los animales y a las personas. Al salir el sol, la ciudad quedaba impregnada con aires de desazón, de desastre…